El Catalejo. The Blog de David

Algunas vueltas de la vida, en algunas palabras.

«Bendito Rayo Que Estás En Los Cielos»

 

El día anterior, yo había quedado con mi amiga María , en irnos hasta unas fincas agrícolas, en busca de poder cambiar o vender algunos artículos que tanto en el campo como en la ciudad, eran muy deficitarios , transcurría el año 1993 en medio de una inmensa crisis de todo tipo y al  cual le habían dado en llamar “ periodo especial”. Pero la madrugada había sido lluviosa y yo me resistía a ir, mientras mi amiga María, me dibujaba en mímicas los enormes quesos, galones de leches  y cuanto cultivo existiera por esos lugares y que nosotros podríamos traer, y yo no quería ir, mientras María me repetía que a ella las corazonadas nunca  le fallaban  y que ese viaje prometía cosas muy buenas.

 

Logrado su propósito partimos con unos naylons tapándonos la cabeza en busca de la salida de Camagüey hacia uno de aquellos puntos de embarques, conocidos como los amarillos, y surgido a raíz del colapso del transporte que anteriormente hacia esos recorridos mediante ómnibus. “Afortunadamente” encontramos un camión sin techo en el cual yo trataba de proteger a toda costa, un par de zapaticos de jovencitas y una plancha eléctrica que mi madre me había dado para el trueque, y por otro lado luchaba porque aquel viento que se multiplicaba debido a la velocidad del camión, no me arrancara un vapuleante Naylon que apenas me protegía a medias.

 

Como si aquello no fuera nada, María  conversaba en el trayecto con los que parecían ser moradores de la zona a la cual nos dirigíamos, sus diálogos giraban a algo que durante muchos años ha estado presente y es ya casi un reflejo condicionado de muchos cubanos de la isla “ La Comida”.  Por ello María no paraba en su búsqueda de información y sus diálogos exploratorios eran . “ Ya debe de haber mucho queso y leche en Guáimaro porque hace días que está lloviendo, «¡ay vendita seas primavera…  Y los plátanos deben de estar para cortar…”. Así sus interlocutores le hablaban de precios y cantidades, y ella quería cada vez  más por unas botellas de Ron que llevaba , unas ropas de uso, y unos zapatos artesanales hechos de suela de recamaras de camión y mezclilla, a los cuales le llamaban  “chupamiao”

Después de aquella lucha contra el viento y la lluvia durante casi dos horas de viaje, nos bajamos en un lugar en medio de un monte que tenía un terraplén que lo atravesaba y que nos esperaba lleno de lodo y agua, pero María no desfallecía y me animaba confiada en su corazonada de que algo bueno, nos esperaba… Mientras me repetía  de que yo no fuera a dar baratas mis cosas que esos guajiros tienen dinero y comida por cantidad. Ella los conocía desde hacía mucho tiempo y creo que eran hasta parientes.

 

Cuando llegamos al lugar nos recibieron con la alegría habitual conque los campesinos cubanos reciben a cualquier visitante en sus casas, pero yo a pesar de ello notaba cierto recelo o interés de que nosotros nos mantuviéramos en el portal, hasta nos sacaron unas sillas a pesar de que la fina llovizna continuaba cayendo y en sus ráfagas de viento lograban alcanzar el portal donde nos encontrábamos, por eso María aprovecho que la parienta de ella que nos recibió, fuera en busca de un vaso de agua para calmar una supuesta sed que María decía tener , para decirme…” Aquí hay gato encerrao, pero eso lo descubro yo en diez minutos con esto, aunque se la tenga que regalar” mientras me mostraba una de aquellas botellas de Ron que pretendía brindársela al dueño de la casa.

 

Y la estrategia de María resulto a las mil maravillas.  Como a la media hora de conversaciones y brindis, el hombre fue entrando en confianza mientras saboreaba una y otra vez  aquel Ron que a mí me sabía a petróleo y  fingía tomar. Hasta que transcurrido ese tiempo de brindis con música ranchera mexicana, que reproducía una radiograbadora soviética y recuerdos de cuando ellos eran muchachos, el hombre dijo la frase mágica que María y yo esperábamos…” Familia aquí estamos en confianza y espero no me defrauden…”  (Y a María los ojos se le querían salir, mientras el buen hombre esperaba de nosotros una respuesta de fidelidad ante la confesión que nos iba a revelar) “… quiero decirles que aquí dentro, en la cocina…hay, un toro muerto!!!.

 

El problema era que las leyes cubanas son muy drásticas con la matanza del ganado, aunque sea tuyo, y aunque el señor de la casa era incapaz de matar Res alguna por tal de no buscarse problemas con las autoridades, y aquel animal que me mostraron sobre una enorme mesa, yacía descuartizado, lo cierto era que había muerto debido a una descarga eléctrica que esa mañana había caído sobre el árbol, bajo el cual el animal se protegía y lo había matado por carambola, y la orden era que cuando un animal por causas como esas o de enfermedad moría , había que quemarlo, pero primero tenían que tener una orden de incineración emitida por un veterinario que daba fe de tal muerte y con testigo de que la Res efectivamente iba a ser calcinada sin que le faltara un pelo, pero la necesidad de alimentación del veterinario y de los testigos, hacían que aquella supuesta quema terminara en una repartición de sus carnes.

 

Mientras llegaban el veterinario y los testigos de la quema, ya María iba adelantando con un caldero lleno de bisteces sobre un fogón. Confieso que nunca antes había visto tanta carne junta ni la había comido por tanta cantidad.  María por su parte parecía quererse comer el toro entre ella y yo,  mientras me repetía…” Mira prueba estos que son Riñonadas, y estos que son filete, y estos otros…”.

 

Cuando ya la tarde anunciaba su retirada,  y nos aprestábamos a regresar a casa con aquellos maletines y otras jabas llenas de carne, además de las cosas que llevábamos para cambiar y que nunca lo hicimos, y yo la apuraba por el regreso , pude observar que María,  que todo aquello que se llevaba le parecía poco,  se metía unos grandes bisteces envueltos en un viejo periódico Granma,  en cada Teta, mientras los Guajiros seguían su parranda y nosotros nos alejábamos rápidamente mientras yo miraba el cielo y le daba las gracias.

 

 

Un comentario el “«Bendito Rayo Que Estás En Los Cielos»

  1. gilberto
    noviembre 20, 2014

    asi es amigo hasta que te parta un rayo en cuba es bueno pues no hay mas entrtenimiento ni satiswfaccion que no sea ilegal solo los de arriba que no es dios por supuesto son los que mejor viven y los de abajo que somos nosotros tenemos que arreglarnosla tan solo o gracias a dios con sus rayos benditos ,

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