El Catalejo. The Blog de David

Algunas vueltas de la vida, en algunas palabras.

Parque de Provincia con Vista Hacia Afuera.

Actual Plaza de los Trabajadores.

Aquellos años 80 de mi juventud  transcurrieron en Camagüey Cuba, muchos de nosotros llenos de ansias por descubrir lo que pasaba fuera de nuestras fronteras, encontramos casi de forma natural un lugar donde se podía tener una idea de lo que pasaba en el ‘’ mundo exterior’’, y era que allí se podía compartir un Casete, una revista, saber de la moda que se llevaba o simplemente una noticia de lo último que se hacía en el mundo artístico, y que por los canales normales de comunicación, no te llegaba o te llegaba muy tarde.

Esas noches de largas charlas, las compartíamos en la  «Plaza de los Trabajadores» como nos dijeron que se llamaba, y que después yo supe que su nombre original era Plaza de las Mercedes. Todo transcurría en un ambiente sano, por donde pasaban las muchachas más bonitas de la ciudad, que además exhibían lo nuevo que le habían mandado a cuenta gotas de ´´ afuera ´´ o que habían adquirido a un muy alto precio, fuera del mercado tradicional que nos imponían unas tiendas llamadas  ´´casas de la amistad´´  donde también a muy alto precio nos ofrecían lo último que se llevaba en la Unión Soviética, Rumania o Bulgaria, pero de muy poca variedad, y facturados a gustos ilógicos a lo que se debe llevar en el caribe. Recuerdo unos de esos abrigos y unas frazadas rusas, que daban una picazón insostenible.

Aquel ambiente en que nos encontrábamos cada noche, y en el cual comenzaban a aparecer las primeras videocaseteras, consideradas por algún extremista , como prohibidas de vender en el mercado normal por ser  «diversionismo ideológico», pudo ser burlado no sé de qué formas por  las contadas personas que podían viajar al exterior o venían de visita,  siempre se hablaba de que los marineros eran los mayores afortunados en eso de introducir las Videocaseteras y otros artículos vedados o escasos. Así en ese Bazar de ideas y de intercambio la gente podía llevarse a casa, comprado o prestado, un Casete y ver casi que en primacía lo que se hacía en Hollywood o escuchar el último disco de Phil Collins o Camilo Sesto, en casa de un amigo privilegiado, que tenía uno de aquellos adelantos tecnológicos.

Por eso algunos de los que combatían el  «diversionismo ideológico» veían en los muchachos del  comercio, como le llamaban, a los que vivían en el centro de la ciudad o acudíamos a ella, como tipos sospechosos de tergiversar o poner en riesgos la verdadera formación del ‘’ hombre nuevo’’   y trataban de buscar maneras de poder acabar con aquellas citas espontáneas, que tenían como única plataforma ser parte del mundo en que vivíamos. La plaza de la Merced  o  de Los Trabajadores, ha cambiado como todo en la vida , pero lo que no ha podido cambiar son los recuerdos de aquella hendija que cada noche  se abría  a nuestras ansias por ser parte del universo y que hoy perduran en mi memoria.

 

 

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